En el rio de la rutina, la vida se sumerge como avión
entre las nubes, Flotando en la inmensidad del desierto helado, en la
efervescencia de lo cotidiano,
Donde los días se mezclan en un flujo constante de
corrientes de ráfagas de viento solitarias,
Y la monotonía de lo diario, se convierte en nuestro
paisaje humano.
Las horas se deslizan sin prisa ni pausa y sin ninguna
causa, más que la causa de que debe hacerlo Como burbujas efervescentes en la
quietud de mar abierto,
El reloj marca el ritmo de nuestras acciones, o tal vez
las acciones marcan el paso del tiempo
Pero ¿qué hay debajo de esta superficie plana de la vida
misma?
¿Qué secretos se
esconden tras la apariencia de lo cotidiano?
Quizás en la monotonía yace la oportunidad, de encontrar
la belleza o el objetivo mismo como la experiencia de quien encuentra la
melodía en un piano.
Cada día que pasa se desvanece en la memoria,
Queda solo aquello que se documenta para la historia.
Aquello que solo uno
recuerda, aquello que nadie comparte, se lo llevará al viento
y valdrá lo mismo que vale una molécula en el espacio
infinito lo mismo que un soplo de aliento.
Hay pequeños destellos de luz
que brillan con esplendor,
Un gesto amable, una risa compartida, una escucha activa, el estar ahí
Rompen la barrera de la monotonía
Y quedan marcados mientras dure la vida.
Pues en la efervescencia de la monotonía,
Se esconden los colores de la vida en su plenitud,
Mientras la juventud se rinde al tiempo
Y aunque a veces parezca una prisión sin salida,
Siempre habrá una chispa de esperanza en la quietud.
Así que abracemos la efervescencia de lo común,
Encontremos lo fascinante, la magia en cada pequeño
instante,
Porque incluso en la monotonía más abrumadora, donde la esperanza
no da hora
Siempre hay un destello de belleza deslumbrante.
~ Luis Miguel Montes
Imagen: Diseñada por Freepik
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